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El patio es el espacio donde se gestan las ‘chingaderas’ desde lo artístico: un término honesto para esas creaciones que nacen de la experimentación y la necesidad de crear sin filtro.
Es el rincón desordenado y caótico del estudio, a veces incomprensible, pero siempre profundamente personal.
Aquí no hay una metodología fija; hay trabajo manual, pruebas fallidas, ideas que no llegan a nada y otras que toman forma. Aunque el proceso es libre, el resultado no lo es: cada pieza se trabaja con atención, detalle y una búsqueda constante de sentido.
A menudo, la libertad y la experimentación del patio nutren la estructura y la claridad que se requiere en la oficina, creando un ciclo de retroalimentación creativa.
Es una apuesta por el error como el camino más honesto hacia el acierto.
En el patio es donde habita y crea soto.
